En la ciudad de los buenos aires cada día se hace más difícil transportarse. Nos llenamos, de repente la cabeza con mil preguntas sin respuestas y ni hablar de la fantástica imaginación, casi acto reflejo, muy poco creativa, que tenemos para dirigimos indirectamente a las madres de los choferes.
En cuanto al colectivo, también existen necesidades básicas, primero ansiamos que pare en su correcta parada, en donde nos mantenemos bien erectos esperando que el colectivero tenga un buen día y cumpla con su trabajo!!! La segunda necesidad se basa en la entretenida tarea de pisar un poquito el escalón de la escalera para no perderlo y por ende para llegar a nuestros hogares lo más rápido posible. Luego de, no solamente estar sobre ese escalón y sentir esa satisfacción saciada, esperamos con ansia nuestro ritual monedita/s máquina, y en los mejores procesos podemos tener esa paciencia para ver que la misma máquina acepte cada una de ellas (vamos a dejar pasar el tema de las monedas falsas y de los comportamientos alienados cuando existe escasez de monedas). Agarramos el boleto, algunos lo miran atentamente esperando que un número les traiga suerte (sea capicúa) o les informe algún tipo de indicio de un algoritmo amoroso formado de boca en boca (su duración es ridícula porque al no obtener la “respuesta” esperada vuelven a su estructura física/mental), otros, en cambio, están sumamente concentrados en juntarlos para recaudar 10000000 millones de boletos para darle una silla de ruedas a un niño que esta en estado casi vegetativo y se alteran cuando alguien olvida la existencia de los mismos y los dejan caer libremente sobre la máquina expendedora (siempre el siguiente pasajero pega unos aturdidos gritos en búsqueda del responsable de esa pérdida); también están los vivos de siempre que quieren pagar 75(porque su economía se vería sobresaltada) en vez de 80…no tengo muchas palabras para este tipo de personajes ni para los que se quedan el vuelto del pasajero anterior.
Mas o menos concretada la posesión del boleto (pareciera que estamos hablando de la compra de un inmueble), procedemos a la búsqueda de un asiento vacío, cuando la masa de gente nos permite tener una vista factible para nuestro meta-asiento, eso es casi un fenómeno en esta ciudad y cuando presenciamos el mismo sentimos una absurda satisfacción…con que poco nos conformamos!- bueno convengamos que así nos ven los gobernantes…bien conformistas-. Algunos preferimos dejar desocupados los asientos para discapacitados, pero están los otros que padecen de transformaciones faciales cuando tienen que ceder el asiento. También están los obsesivos, que no pueden sentarse en cualquier lado, cómo se van a sentar al fondo donde esta el motor que tira un calor! (a pesar de la insuficiente ventanilla), ¿al lado de otra persona? No no, quieren el individual con, solo esta vez, la practiquísima ventanilla. Cómo olvidarme de ellos, de los pasajeros que todo les molesta, porque su vida les molesta y les es intolerable el pucho del colectivero, las carteras gigantes, las bolsas de supermercado….todo tipo de bultos.
Y también están los que, a pesar de los 48 grados de sensación térmica optan por cerrar bien la ventanita…como si fueran a pescarse un resfrío bárbaro por el aire que corre como el colectivo, sí, el mismo aire, con menor potencia, que existe cuando bajás del mismo. Ya abandonando el tema de los asientos, vamos a pasar por la distancia que tenemos que recorrer para bajar en nuestro destino.
El conjunto más interesante son los que se toman su tiempo y dos paradas antes se preparan para la carrera hacia el botoncito naranja, y como de costumbre ocupan un espacio fastidioso, ya que, al no bajar en la misma parada, existe una obligación que incomoda (porque no es muy común la comunicación en esta ciudad) al pasajero y siente la presión de realizar la pregunta: ¿bajás en esta? Y cuando la respuesta no es la esperada vuelven las transformaciones faciales, de las que hablamos anteriormente, pero conjuntamente aparecen algunos ruidos bucales que emanan desaprobación.
Convengamos que también existen los quejosos, a veces con mucha razón, que detestan la velocidad del aparato de transporte, pero son los mismos que gritan y exclaman: parada! Parada! Y así tenemos un caso más de gato florismo urbano, se quejan de la velocidad pero al mismo tiempo si, en una de esas al colectivero no le funciona la alarma o sencillamente comete el descuido (porque somos humanos y cometemos errores) de no escuchar la alerta, el pasajero en cuestión se vuelve agresivo y se hace insoportable la idea de esas 4 o 5 cuadras más que tendrá que darle utilidad a sus piernas para arribar a destino.
En cuanto al subte creo que es casi en vano describir el padecimiento del mismo, voy a tratar de resumir en una pequeña frase el sentimiento que se genera.
En verano y en horas pico se ve claramente el pobre servicio que se presta, aunque vale mencionar también que, en algunas estaciones, se hace agradable la estadía en el subsuelo ya sea por el antiguo decorado o por las pinturas y esculturas en exposición, o los músicos solistas u orquestas (que rara vez la gente puede darse la oportunidad de detenerse y apreciar).
En cuanto a los televisores (ubicados en las estaciones más “modernas”) nos damos cuenta de la necesidad que tiene la gente por tener una pantalla en su vida, aunque miren pero no vean, y lean subtítulos pero no entiendan. La mejor idea de publicidad que he visto! Hace un tiempo aparecía el señor de las agendas, que daba una extensa explicación del multiuso producto. Actualmente existen otro tipo de mensajes como por ejemplo el señor que habla de la pobreza en buenos aires, los chicos de constitución y la drogadicción y trata de que todos tengamos una conciencia social común…pero eso no es ninguna novedad imaginemos sólo por un momento si en la ciudad de la ansiedad existen estos temas, qué pasará en otras ciudades, en las cuales ni siquiera cuentan con el “subte informativo”(gracias que tengan algún tren que pasa 1 o 2 veces por semana) porque…a esa gente mejor dejarla en el olvido, porque en realidad, no tienen mucho sentido, no?. Del las vías under voy a pasar a las top, sí, porque hace unos años me tocó ser top, y bueno dicen que uno o lo tiene o no lo tiene...yo tan sólo tuve la suerte de conocer las top, así que intentaré relatar mi corta pero actual experiencia en lo top (perdón la repetición pero es sumamente importante para entender su significado). Para aquellos que nunca tuvieron un encuentro entre las líneas de trenes, sea Sarmiento, Chacarita, San Martín, el de Barrancas no es top es top top...no se si me entienden pero voy al punto (dejando de lado la top top), mi trayectoria en esta clase de móviles ayudó a mi ser a ver estas distintas realidades de las que hablamos tanto pero vemos poco, aquí sí tuve un sentimiento revelador, me di cuenta que no estaba lo suficientemente endurecida como para “dejar que las cosas pasen”, me di cuenta que realmente la ciudad endurece pero es la gente la que convive y vive el día a día en ella, es la gente que tenga cualquier educación (si tiene) y status social la que sobrevive. Somos un grupo de ciudadanos completamente incapaces de cuidar lo que tenemos, estamos tan acostumbrados a las filas eternas, a los maltratos, a los empujones, a los apurones, a los insultos gratuitos, al mal servicio, al incumplimiento de cualquier tipo y/o función o cumplimiento a medias bien conocido por estos lados... estamos acostumbrados a la ansiedad y a la competencia mediocre. Así es como veo que se maneja esta ciudad, por ende la gente en general.
Las estaciones de tren son sumamente heterogéneas. Se puede apreciar (...va si es que podés no creo que todos lo hagan) a una familia entera durmiendo en colchones junto a la entrada de la estación, la cual desde las 5:30 am tienen el aglomerado tumulto de gente que no los pisa porque su presencia es suficientemente notoria como para hacerlo, hasta podes conseguir un crédito en el acto, que contraste extraño no?
Si en una de esas estás medio distraído esperando el tren, cuidate de los escupitajos que a algunos les provoca expender de sus bocas por las puertas o ventanas del mismo, pero despreocupate, porque dentro de ese tren vas a convivir con miles de escupitajos, montones de envoltorios de comida y/o bebida, cáscaras de lo que se te ocurra y hasta vas a encontrar cosas que desconocés su origen... El olor es el encargado de demostrártelo! Si es que no tenés la capacidad para ver lo que te rodea, o la capacidad esta más que sobre vendida y quedas imposibilitado de ver dónde estas parado...cuándo entenderán que no alcanza el vagón doble piso y el inútil aire acondicionado que obviamente acondiciona el ambiente, el ambiente del que hablaba anteriormente en donde la limpieza o higiene es inexistente.
No!, no dejemos que las cosas pasen, aprendamos a mirar, a escuchar, a tolerar un poco mas, es la intolerancia la protagonista del enojo, del odio. Es un arduo trabajo cotidiano lo se, pero depende de uno, depende de las ganas que tengas de percatarte que hoy estas acá y estas son las condiciones para transportARTE, aceptalas pero no te sometas a ellas, el sometimiento es un gasto exagerado e inútil de energía, porque cuando tengas el auto ya vas a estar tan disgustado con la experiencia del transporte, que vas a manejar de la misma manera que viajabas antes y tu intolerancia va a tener nuevos horizontes...de eso estate seguro.
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